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Una de las respuestas más comunes que escucho cuando se habla de nutrición, ejercicio y comer sano es el trillado:
“Pero me gusta…”
Si le digo a alguien que lleve su comida al trabajo desde la casa lo que usualmente me dicen es:
“Pero me gusta la comida de fast food”
Si digo que deberían incluirse más frutas y verduras me contestan:
“Pero me gusta la carne tanto como respirar”
Si digo “bebe agua” la respuesta que obtengo de muchos es:
“Pero me gusta mi lata de gaseosa”
Y si hablo de que hay que levantar pesas me contestan:
“Pero me gusta la comodidad de mi sillón, no me gusta el ejercicio”
Esta es una manera de pensar lógica… para un niño de cinco años.
¿Desde cuándo algo que “nos guste” valida que tenemos que hacerlo? En un tiempo me gustaba el cigarrillo, y que me hayan gustado tanto nunca validó al cigarrillo como una buena idea o un buen hábito para tener ¿verdad? Encuentro el chocolate como uno de los grandes placeres de la vida, pero que me guste no me da permiso para basar mi alimentación en chocolate de taza, esa definitivamente sería una muy mala idea.
Que algo nos guste no significa que esté bien hacerlo.
Estos de arriba son los ejemplos obvios, pero ¿cuántas veces nos hemos convencido de comer algo que sabemos que es una porquería, o nos hemos salteado un entrenamiento o hemos hecho o dejado de hacer actividades simplemente porque “nos gusta”?
Sin embargo no siempre lo decimos de esa manera. Es más, lo disfrazamos y lo justificamos diciendo “necesito un descanso”, “nadie es perfecto”, “lo hago con moderación” y así.
En realidad la satisfacción inmediata que obtenemos de algo es lo que nos motiva. Pero en la medida en que somos más conscientes de nosotros mismos y de que nos damos cuenta que tenemos la total y absoluta responsabilidad por nuestros actos es que comenzamos a eliminar el factor “me gusta” del medio. Eso es querernos, eso es ser responsables de nosotros mismos. Y lo hacemos y pensamos que el ejercicio no es exactamente la actividad preferida o más divertida que hagamos, pero definitivamente es algo que nos “gustará” en el largo plazo.
¿Quieres ejemplos?
- El gerente de una compañia puede que no le guste encarar nuevos proyectos a los que ya tiene … pero le gusta manejar una compañía y brindar servicios y productos rentables.
- El agricultor que no siempre le gusta estar de sol a sol sembrando y cosechando pero que disfruta de ir al mercado a vender y ganar un buen dinero fruto de tres meses de esfuerzo.
- La persona de 60 años que no siempre quiere comer verduras ni frutas pero que le gusta levantarse cada mañana sin una sonda y sin tener que ver en su agenda a qué médico visitar hoy.
- La persona que ves en la playa con un cuerpo impresionante que no siempre gusta de hacer seis comidas al día pero que le gusta el cuerpo que tiene y que todos giren para verlo.
- El voluntario que no siempre le gusta mostrar una sonrisa en su rostro pero que le gusta ayudar a los adultos mayores en un hogar de ancianos.
- El empresario que no le gusta no tener horarios a diferencia de un trabajo convencional pero que le gusta ganar el doble o el triple de lo que un trabajo regular le da.
- El joven profesional que no le gusta tener que siempre ahorrar el diez por ciento de lo que gana pero que le gusta la idea de tener una casa en la playa dentro de diez años.
- La persona en forma que no siempre le gusta despertarse por las mañanas para salir a correr, pero que le gusta la dosis de energía que esto le da cada día.
La lista puede seguir interminablemente pero creo que entiendes la idea. A las personas exitosas no siempre les gusta parte de lo que hacen, pero definitivamente les gusta el resultado a largo plazo.
Que algo nos guste en lo inmediato no necesariamente es un requerimiento para la gente exitosa. El único requerimiento es que su conducta les acerque los objetivos que realmente valoran sin perjudicar a otros, sin ser poco éticos, etc.
Puede que no nos guste la opción más saludable en estos momentos, pero también puede que nos guste lo que hará por nosotros en el largo plazo. De hecho podemos hacer que nos guste más todo el proceso porque sabemos que están en línea con nuestros más profundos valores. En algún momento hay que salir del pensamiento de niño de cinco años para pasar a ser un adulto racional consciente de sí mismo.
Paga el precio de lo que deseas, y ten cuidado con lo que deseas. Comer sano y hacer ejercicio tiene un precio, no hacerlo también, depende de ti.
Tu Cuerpo Ideal


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